Diego Amaya Flores (1.908-1.973), es la figura histórica más representativa del arte flamenco en Morón de la Frontera, creador de la escuela de toque de Morón. Su trascendencia es incuestionable, traspasando los límites de nuestro municipio e influyendo en muchos guitarristas flamencos del siglo XX. Destacar su capacidad de atracción para los aficionados de todo el mundo.
Diego Amaya Flores nació circunstancialmente en Arriate el 27 de marzo de 1908, durante el largo periplo de su familia por los pueblos de las serranías de Cádiz y de Málaga, de feria en feria, y de posada en posada, pues su padre se dedicaba a la compra y venta de ganado.
Al día siguiente fue bautizado en Ronda con el nombre de Diego Alejandro de la Santísima Trinidad y, según contaba el propio Diego, su bautizo duró cinco días seguidos. A su bautizo probablemente asistiera su tía-abuela Ana Amaya Molina, la famosa "Aniya, la de Ronda" que cantaba por las calles, bares y plazas acompañándose ella misma de la guitarra como muestran algunas de las fotos que se conservan.
Después de recorrer durante años las serranías malagueña y gaditana, su familia se estableció en 1.912 en El Gastor, donde transcurrió buena parte de su infancia. Diego vivió en El Gastor durante una década, aproximadamente hasta el año 1922, en el que su padre decidió trasladarse a Morón, atraído por las posibilidades de mejorar su negocio en la campiña sevillana.
Diego pisa por primera vez Morón a los catorce años de edad. Durante estos primeros años de adolescencia alterna las clases de guitarra que recibe de su hermano José, con el cuidado de las bestias, propiedad de su padre en las afueras del pueblo.
Un dato significativo y poco conocido, pero del que da cuenta la prensa sevillana del momento, es que ese mismo año 1922, el Niño Ricardo actuó en Morón durante una temporada en un local de verano de la Alameda. Niño Ricardo tenía 18 años y Diego 14 y probablemente fue la primera vez que Diego escuchó tocar a Niño Ricardo, un guitarrista por el que siempre sintió una gran admiración.
Diego del Gastor recibió muchas influencias pero a pesar de todas las influencias de uno y otro, no se limitó a continuar con la tradición guitarrística que, partiendo del maestro Patiño y Paco de Lucena, había continuado con Pepe Mesa y Pepe Naranjo, sino que fue mucho más allá: recreándola, transformándola y enriqueciéndola hasta el punto de crear su propio toque con unos sonidos y unos aires distintos a los que le legaron sus mayores, un toque al que distinguimos de otros en cuanto escuchamos las primera notas.
Diego incorporó a su toque el rasgueo y el dedo pulgar pasando por el bordoneo, la fuerte pulsación, los ligados barrocos o el toque al golpe. Estos recursos no son exclusivos de Diego del Gastor ya que eran utilizados por todos los tocaores tradicionales desde finales del siglo XIX, pero que en sus manos cobraban una importancia y un significado especial por la manera de transmitir emociones y sentimientos.
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