A principios del siglo VIII, los musulmanes aprovecharon las disputas internas de los visigodos para invadir la península. En una fase temprana de la ocupación, los beréberes se extienden por la Baja Andalucía, ocupando los antiguos núcleos de la zona.
La conquista musulmana de la Península Ibérica se produjo con gran rapidez. Durante los cinco siglos de dominación islámica, Morón desempeñó un papel político y cultural importante. Las villas romanas de La Campiña fueron ocupadas por los árabes, quienes impulsaron la agricultura.
A raíz de la desintegración que el Califato de Córdoba sufría desde 1008, la familia bereber de los Banu Dammar, perteneciente a la dinastía Zenata y encabezada por Nuh ben Abi Tuziri, se hizo con el poder de la cora de Morón. Tras expulsar al gobernador omeya que la regía, proclamó su independencia y originó el reino taifa de Morón en 1014. Se trataba de una taifa menor, que fue conquistada e integrada en la de Sevilla. Los Banu Dammar gobernaron la taifa de Morón hasta 1066, cuando fue conquistada por Al-Mutamid, rey de la taifa sevillana.
De este periodo musulmán, son de destacar los restos excavados de una necrópolis situada sobre el cerro de la Atalaya, un promontorio elevado situado en nuestra localidad y que también es conocido como "Molinillo del Viento". El término Atalaya alude a la torre o, tal vez, al mismo cerro que situado a oriente de la fortaleza moronense formaba parte de su entramado defensivo.
En esta necrópolis se documentaron una treintena de enterramientos, de los que 8 fueron exhumados. Todas las inhumaciones se sitúan entre los 10 y 40 cms de profundidad. Los cuerpos presentan una orientación de oeste a este, estando la cabecera a poniente y los pies a naciente. Los esqueletos se disponen decúbito lateral derecho, con la parte craneal dirigida hacia el suroeste, aunque con la cara mirando al sureste; los pies se sitúan al noreste. Los brazos se alojan a lo largo del cuerpo y las piernas aparecen ligeramente flexionadas.
Desde un punto de vista tipológico, se documentaron los siguientes tipos de tumbas:
Los restos del cementerio musulmán (maqbara) se desarrolla de modo extensivo por toda la ladera del cerro siguiendo un eje noreste-suroeste. Asimismo se trataría de una necrópolis abierta, ya que no se han encontrado elementos que indicara que estuviera cercado. La sobriedad y austeridad de los sepulcros responde a cuestiones religiosas y no a motivos económicos, al seguir el ritual malikí (los enterramientos se realizan en fosas individuales no muy profundas, entre los 10 y 40 cm, excavados directamente en la tierra, sin ningún tipo de obra o fábrica).
Por comparaciones con otras necrópolis andalusíes se cree que la del Cerro de la Atalaya se podría ubicar entre los siglos IX y XIII.
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