La edad contemporánea empezó con la invasión francesa de España y la zona de Morón quedó dentro del territorio asignado al 4º ejército francés. Los galos establecieron una importante guarnición en Ronda, desde donde se desplazaban destacamentos hasta Morón de la Frontera, Zahara de la Sierra y Olvera. Las tropas de Napoleón invadieron Morón en 1810, durante más de dos años los franceses cometieron numerosas tropelías en el municipio, entre las que destaca el deterioro del castillo.
Tras la ocupación francesa y, a partir de 1810, el castillo será utilizado como cuartel y polvorín de un batallón del Regimiento de Infantería Francesa, Nº 40, bajo el mando del general Mortier, y que realizó varias obras en su recinto para mejorar sus características defensivas (se reconstruyeron paños y torres).
Con la cercanía del fin de la Guerra de la Independencia y, antes de abandonar el pueblo, en 1812 las tropas francesas volaron parte de la fortaleza (5 torres, varios lienzos de la muralla y la puerta del cordón) y saquearon varias iglesias de la localidad.
En 1813, bajo mandato de las Cortes de Cádiz, artificieros de Cádiz demolieron gran parte del perímetro defensivo para inutilizar cualquier punto fortificado que pudiera servir a las tropas francesas en caso de una nueva ocupación.
A partir de entonces, la fortaleza volvería a experimentar un nuevo periodo de abandono y de destrucción continua, ya que se empezó a usar como cantera para la construcción de calles y edificios de la localidad (por ejemplo, el Paseo del Gallo usó piedras de la muralla para su construcción), así como todo el recinto empezó a ser ocupado por los llamados "Castilleros" hasta los años 70 del s. XX.
Toda este devenir histórico, así como otros hechos más puntuales (la construcción del gran depósito de agua por parte de los belgas en los años 60 o la construcción del colegio "El Castillo" en las faldas del mismo y que trajeron como consecuencia la destrucción de una gran parte de la fortaleza) hacen que el castillo tenga la fisonomía que tiene actualmente.
La vida política y social de la población también fue reflejo de los movimientos acontecidos en este campo durante el siglo XIX. Antes de acabar el siglo se produjeron varios hechos relevantes como la llegada del ferrocarril en 1864 que la unía con Sevilla, Utrera y posteriormente Osuna, la publicación del primer periódico local, La razón (1885), y la concesión del título de ciudad por la reina regente María Cristina en 1894.
Durante los primeros años del siglo XX se produjo el crecimiento urbano hacia el norte y la recepción de agua potable y alumbrado público. La llegada del ferrocarril había propiciado la industrialización de Morón; entre las fábricas creadas destacó la de cemento, abierta en los años 1920, que fue la tercera de España y llegó a tener quinientos trabajadores.
La Guerra civil sembró la ciudad de sufrimiento y hambruna y la posguerra estuvo marcada por fuertes tensiones sociales. En gran medida, estas tensiones fueron fruto de las características propias de la economía moronense, eminentemente agrícola y con pocas posibilidades de industrialización a corto plazo. En 1940 se inició la construcción de la Base Aérea de Morón, la ciudad creció urbanística y demográficamente, además de desarrollarse la actividad comercial y entrar en contacto con ciudadanos estadounidenses.
Sin embargo, una vez acabadas las obras, los operarios quedaron sin empleo y muchos moroneros se vieron obligados a emigrar durante los años 1960 y 1970.
La historia de Morón durante el resto del siglo XX no estuvo marcada por hechos especialmente trascendentes. Es destacable la gran nevada que se produjo en 1954. También son acontecimientos reseñables la declaración de Bien de Interés Cultural de parte de su patrimonio arquitectónico, el desarrollo urbanístico de toda el área oeste a partir de los años 1970, las primeras elecciones municipales desde la Segunda República en 1979, que dieron la alcaldía a la Unión de Centro Democrático (UCD), así como el despegue desde la base aérea de los aviones del ejército estadounidense durante la Guerra del Golfo en 1991, escena que se repitió nuevamente ya en el siglo XXI durante la invasión de Irak de 2003.
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