La riqueza natural de Morón ofrece puestas de sol entre girasoles, infinitos tonos de azul de la carraca, el verde brillante de las encinas tras la lluvia o el arcoiris del abejaruco. Cada estación trae sus colores y cada rincón de Morón le da su toque personal.
Los diferentes cultivos colorean la campiña durante buena parte del año y la rica flora y fauna de la zona añade puntos de color por todo el territorio, salpicado por el blanco impoluto de los cortijos encalados con la cal de Morón.
Hacienda, almazara y molinos de aceite son términos que refieren a una actividad: "la elaboración de aceite de oliva". Sin embargo, y debido a su evolución histórica, presentan realidades diferenciadas.
Las haciendas refieren a los inmuebles de grandes dimensiones y de evidente influencias urbanas en el señorío. Situados en la zona rural pueden incluir espacios tanto para la elaboración del aceite como para el cereal y la viña.
Sobresalen por su complejidad funcional y constructiva, y se caracterizan fundamentalmente por el hecho de que constituyen un conjunto arquitectónico, en el que se integran funciones tan diversas como la residencia señorial, la de la industria de transformación de aceituna y otras transformaciones agrícolas e incluso ganaderas.
Los molinos de aceite y almazaras refieren tanto a la edificación que alberga a los diferentes ingenios y espacios de fabricación del aceite como propio elemento mecánico que realiza la molienda.
Por la temprana incorporación de las innovaciones tecnológicas en la rama agro industrial, la Comarca de la Serranía ha utilizado con mayor profusión el término “molino” tanto para almazaras urbanas como para haciendas de olivar y molinos situados en el medio rural, el más utilizado y generalizado para todos los inmuebles que han albergado la tecnología para la elaboración del aceite, bien de prensa de viga inserta en una edificación más compleja (hacienda) o de prensas de forjas movidas por energía mecánica.
Para el modelo original, las haciendas de olivar han sido definidas como unidades de producción en la que el cuidado y la recolección de la aceituna culminaba con la trituración o molienda de la misma en la almazara.
La comarca de la Serranía Suroeste aún conserva varios de los sistemas tecnológicos tradicionales. Los más representados son el molino de prensa de viga y el de prensa hidráulica.
El molino de prensa de viga: El municipio de Morón de la Frontera nos ofrece la privilegiada posibilidad de observar, in situ, tres inmuebles que aún conservan el espectacular sistema tecnológico de la prensa de viga. Son El Fontanal y Molino Nuevo.
El sistema técnico utilizado para la elaboración del aceite desde la antigüedad hasta el siglo XIX está constituido por los siguientes elementos:
El “maestro de molino” dirigía la labor de centrado de la carga y acuñado de la viga evitando que ésta se descentrara: el “molinero” cuidaba la molienda y la formación del cargo, y el “peón” recibía apelativos según su función que podía ser: husillero (encargado de manipular las bigarras), peón de patio (cargador de las espuertas con aceituna del trujal), atizador (encargado de acercar las aceitunas al empiedro), tolvero (encargado de llenar la tolva) y mulero (encargado de los animales), o simplemente cagarranche, genérico despectivo. Ademas también se han de citar los “bejeneros” o aquellos hombre que arrendaban la bejina o alperchín para sacar el aceite y los “borreros” que se llevaban las borras para utilizarlas en la fabricación del jabón.
Se dividían entre las tareas del interior para hace los “cargos” en la prensa y vaciarla quitándose el orujo, y las del patio para alimentar la torva. Periódicamente había que realizar también trasiegos de aceite en tinajas y depósitos para la venta y transporte.
La jornada del molino era de 24 horas, tiempo en el que se harán tres aprietos, durando cada uno de cuatro a ocho horas. Los intervalos eran empleados para descansar y hacer las comidas; todo dentro del recinto del molino en el cual había unos poyetes a lo largo de las paredes, donde se dormía.
Los trabajadores empezaban a las seis de la mañana, y a esta hora temprana se hacía la comida principal del día: tostón de ajo y aceite virgen acompañado de sardinas arenque o bacalao y aceitunas, regado con aguardiente.
Para hacer la presión en la aceituna, que se coloca ya molida en capachos de esparto, hay que subir la viga, al menos dos veces con el husillo y bajarla otras tantas, en las que se pierde mucho tiempo y se ocupan dos hombre robustos, por ser el trabajo pesado. Como no empieza cargando por igual, se ladea el cargo con facilidad, y es preciso arreglarlo con frecuencia, solo se puede hacer dos presiones a las veinticuatro horas, de a 8 fanegas cada una. Cantidad sumamente pequeña para las grandes cosechas de Andalucía.
El precio de la madera para hacer la viga era muy caro y la viga no solamente no llenaba las necesidades de la agricultura, sino que su precio era exorbitante para un agricultor, motivos por los cuales se introduce el molino de prensa hidráulica.
Es el tipo de tecnología introducido en los molinos a partir de la modernización de las almazaras en el siglo XIX, momento en el que se transforman sus tecnologías, su fisionomía estructural e incluso su ubicación especial.
La primera prensa hidráulica aplicada a la elaboración de aceite la introdujo en Andalucía el agricultor montillano Diego de Alvear en 1833 y es invención del mecánico inglés Joseph Bramah. La construyó en Manchester y la introdujo en Montilla en el año 1833.
Las almazaras de la Comarca de la Serranía Suroeste siguieron este proceso de mecanización y fueron las primeras industrias alimentarias en incorporar las innovaciones tecnológicas procedentes del exterior. Así a finales del siglo XIX ven sustituir sus pesadas vigas de prensas por las ligeras prensa de forja movidas por energía mecánica. Es el caso de San Antonio del Fontanar en la Puebla de Cazalla que la tiene incorporada en 1896 y las 13 prensas hidráulicas del término municipal de Marchena y registradas en el Censo de Contribución Industrial.
En la actualidad, la Comarca Serranía Suroeste conserva un importante número de molinos de prensa hidráulica en espléndido estado de conservación. Los inmuebles que aún podemos disfrutar, patrimonialmente, por mantener en toda su integridad los elementos que componen el sistema tecnológico son: Laita en Montellano; la Coronela, El Molino de los Sanz, La Almazara junto a la Renfe también llamada “la Experimental”, la Cobatilla, molino de los Pérez y Penas Tristes en Marchena, y de Angela Gálan en Paradas. En todos ellos se puede observar los siguientes elementos:
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